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WILLIAM BOYD. SIN RESPIRO (2007). Alfaguara

WILLIAM BOYD. SIN RESPIRO (2007). Alfaguara

Ya hemos hablado en varias ocasiones de la Generación Granta, ese grupo de escritores británicos que agrupó el editor de la revista Granta en 1983 como el presente y el futuro de la Literatura del Reino Unido. Entre los siete novelista que nombra Bill Buford está William Boyd, junto a Ian McEwan, Salman Rushdie, Kazuo Ishiguro, Martin Amis, Graham Swift y Julian Barnes. Pero la crítica de su país hoy en día está dividida: el suplemento literario del Times ha calificado sus libros de facilones y se debate si es un buen escritor que hace novelas o un buen entretenedor que hace novelas.  Lo cierto es que a Boyd no le preocupa tanto la experimentación estilística o formal de sus obras como fortalecer la tradición de la novela de espías de Graham Green o Evelyn Waugh o de Aldous Huxley en su vertiente de crítico sardónico de la sociedad y sus tipos. Con respeto a su inclusión en este grupo, cree que es una asociación forzosa porque sus estilos literarios no tienen relación. Las únicas conexiones del grupo son que todos ellos han estado ligados a Oxford y a la revista The New Statesman (aunque en diferentes años).

Tan errante en sus años de niñez y juventud como Eva Delectorskaya, William Boyd nació en Accra (Ghana) en 1952 en una familia escocesa. Aunque pasó su niñez entre Ghana y Nigeria (donde vivió la Guerra Civil de Biafra), estudió en Escocia en un colegio interno. Inició sus estudios universitarios en Niza donde se había trasladado su familia, pero los completó en Glasgow y más tarde realizó el doctorado en Literatura Inglesa en Oxford. Fue allí donde, ejerciendo como profesor, empezó a escribir y publicó su primera novela: Un buen hombre en África (1981). La buena acogida del libro hizo que siguiera escribiendo novelas, además de cuentos, y que abriese su abanico a otras formas de escritura: los guiones televisivos y cinematográficos (destacan Scoop de Woody Allen y Chaplin de Richard Attenborough), además de ser crítico de televisión en una revista. Está casado con la editora jefe de una conocida revista inglesa (su encuentro tuvo lugar en la Universidad de Glasgow). Es miembro de la Real Sociedad de Literatura Británica y Oficial de la Orden de las Artes y las Letras Francesas: con Francia tiene una gran relación porque en su juventud vivió en Niza y luego pasó varios años en París. Son numerosos los premios que su obra ha cosechado además de haber sido honrado con varios doctor honoris causa.
Tras vivir fuera de Gran Bretaña durante varios años, primero en París y más tarde en Nueva York, se instaló en Londres, donde actualmente vive y se siente más a gusto (porque es tan grande que puedes pasar inadvertido). A pesar de ello es una persona bastante crítica con sus compatriotas y ciertas de sus instituciones. Se declara ateo y republicano (“Gran Bretaña sería un país más sano si no tuviese monarquía”), critica la antipatía de los londinenses y el clasismo de la sociedad británica. A pesar de todos los lugares en los que ha vivido, no se considera un gran viajero y reconoce que en sus libros la mayor parte de las ciudades que aparecen no han sido nunca visitadas por él. Además, siguiendo la moda de los escritores metidos a viticultores, también ha invertido en este terreno.

Se pueden dividir su obra en:
-    Comedias dramáticas en las que siempre aparecen ingleses confundidos y desesperados por un entorno que no comprenden (Un buen hombre en África, Como nieve al sol, Barras y estrellas, Armadillo)
-    Dramas en los que se narra la vida de ingleses que no son comprendidos por el entorno en el que están,  y en las que se intenta explicar el siglo XX desde diferentes disciplinas (cine, investigación del comportamiento animal, artquitectura y medicina): Playa de Brazaville, Las nuevas confesiones, La tarde azul

Un tema recurrente en su bibliografía es el de las apariencias: nada es lo que parece; ni en el mundo del espionaje (Sin respiro), ni en el de la venta de obras de arte (Barras y estrellas) o en las empresas de seguro (Armadillo). Y relacionados con éste desarrolla los de la traición y el sentimiento de identidad  (todos ellos aparecen en Sin respiro). Éste es un tema que le obsesiona: lo explica por la “extraña” manera en la que creció (consideraba Ghana su hogar, pero que era un blanco que vivía entre negros, mientras que en Escocia se sentía como un completo extraño).
Conoce muy bien las claves para crear intrigar y enganchar al lector de capítulo en capítulo (ved cómo termina cada uno) y se preocupa por armar y liar la trama. En esto se ha dejado influenciar mucho por el trabajo en el cine: sus novelas suelen ser muy cinematográficas.

En algunas de sus obras se ha preocupado más por innovar. Destaca el cuento El destino de Nathalie X (en el libro del mismo nombre) en el que juega con la estructura narrativa de una forma similar a Bolaño en Los detectives salvajes (años antes de que éste lo escribiera) o Nate Tate donde relata la historia de un mítico pintor norteamericano contemporáneo de Jackson Pollock, con abundantes citas y notas a pie de página, fotos del pintor y comentarios de figuras relevantes en la sociedad americana (Gora Vidal). Pero este artista… nunca existió: es una invención pura de Boyd.

Otro aspecto destacable de su obra es el uso de un característico humor negro británico, especialmente resaltable en las obras donde el protagonista es un atribulado inglés en un mundo hostil.

Sin respiro estaba basada en una trama de espionaje verdadera que salió a la luz hace diez años: se publicó un informe escrito por cuatro miembros del Servicio Secreto (entre ellos Roald Dahl, parece ser que además de escritor era un espía en Washington tipo ligón como James Bond) sobre las actuaciones del Servicio Secreto Británico a principios de los años 40 en EEUU para involucrar al país en la guerra.
Ha ganado los premios Costa Award de 2006 y Richard and Judy Best Read of the Year.

Algunas de sus obras más destacables son:
-    Un buen hombre en África (1987): narra la historia de un diplomático británico en África Occidental que recurre al sexo y al alcohol para contrarrestar una existencia aburrida con resultados cómicos y desastrosos.
-    Barras y estrellas (1987): Henderson Dores es un tímido inglés, tasador de una importante galería de arte en Nueva York, que está enamorado del pueblo americano y desea con todas sus fuerzas ser aceptado por aquella sociedad. Para conseguirlo deberá cambiar su forma de ser y superar sus inhibiciones, lo que le ocurrirá a lo largo de un rocambolesco viaje de trabajo a Luxora Beach, un pueblecito situado entre Georgia y Alabama, donde viven el excéntrico millonario Loomis Gage y su curiosa familia.
-    Como nieve al sol (1988): relata una campaña militar en África Oriental durante la I Guerra Mundial. Su protagonista, un joven de buena familia inglesa que desprecia el ejército, se ve abocado a alistarse tras un desdichado romance para buscar a su hermano mayor herido. En el frente entrará en contacto con una serie de personajes que, como él, están allí más por circunstancias de la vida que por convicción.
-    Las nuevas confesiones (1989): parece que es uno de sus mejores libros. Un director de cine escocés se mete en problemas y conocerá un poco la gloria en el Berlín de la postguerra y en el Hollywood del senador McCarthy
-    Armadillo (2001, aunque editada en España en 2007): nos cuenta la vida de un agente de seguros al que su vida sencilla y simple cambia de un día para otro. Nos habla del mundo de las aseguradoras y cómo, tras ese falso sentimiento de seguridad que nos proporcionan, son mundos corruptos donde se sospecha del que reclama el pago de una póliza por un siniestro, pero que a la vez son capaces de asegurar edificios para luego quemarlos y cobrar las pólizas por catástrofes.

Parece que también es un buen escritor de cuentos y ha publicado varios volúmenes de ellos. Respecto a ellos, él se considera novelista como tendencia natural y explica que los cuentos le permiten experimentar con una idea que ha tenido o con una técnica que luego desarrolla en sus novelas, son como una especie de laboratorio.

Zaida

2 comentarios

mabel -

Comparto con Manoli la visión del libro.A mí me ha gustado el libro en cuanto lectura de evasión.No es un libro redondo al estilo de Le Carre
pero se deja leer.
El tema de la desconfianza me atrae.Vivimos en una sociedad de la información y de la desinformación .En el mundo de internet se vive la desconfianza ante la información,nunca sabes si lo que te cuentan es verdad o estás siendo manipulado.
Por otro lado el tema de los intentos por presionar a Usa para entrar en la guerra es bastante interesante para comprender un aspecto importante de la historia universal que tanto nos ha perjudicado o beneficiado,según se mire.

Manoli -

Lo que más me ha gustado del libro es cómo pone de manifiesto la manipulación de la información en aras de la consecución de fines políticos (en este caso), aunque también pueden ser económicos, religiosos, etc… Ocurría antes y ocurre ahora, cómo se explica sino que nos bombardeen durante días con noticias que de repente se borran como si nada hubiera pasado. Se levantan pasiones que luego, por los mismos medios, se aplacan.
Por lo demás, el libro es una floja novela de espías, entretenida y poco más.