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SÁNDOR MÁRAI: LA HERENCIA DE ESZTER (1939). Ed. Salamandra Barcelona 2005.

SÁNDOR MÁRAI: LA HERENCIA DE ESZTER   (1939). Ed. Salamandra  Barcelona  2005.

   “Nunca son tan peligrosos los hombres como cuando se vengan de los crímenes que ellos han cometido.”

Concurrida reunión la de ayer a la que cada uno aportó su particular lectura del texto. Hubo quien vio sacrificado amor, otros pusilanimidad, otros demagogia, metáfora, oxímoron  y otros nada de nada.

Lajos resultó un personaje controvertido que producía repulsa pero también admiración. Eszter es difícil de entender desde nuestra perspectiva actual y cada uno puede imaginar qué fue de ella. Yo prefiero pensar que salió de casa para empezar a vivir.

A modo de resumen tenemos la puntuación asignada, 6,5, con calificaciones que van desde 4 a 8. La mía fue 7,5.

En este blog hay reseñados otros libros del mismo autor y podéis verlos usando el listado por autores.

Para acceder al material complementario de lectura, pulsar aquí.

A continuación os dejo la reseña elaborada por Zaida.
 

 

Manoli

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SÁNDOR MÁRAI (1900-1989).

Aunque en España no es un escritor muy reconocido, Márai fue un autor de éxito en Europa (incluso se tradujeron algunas de sus obras muy temprano), retratando de forma sublime las clases acomodadas, cultas y refinadas de su época. No fue para nada un autor minoritario ni maldito, sino que obtuvo gran fama, aunque más tarde el régimen comunista se encargó de mermar ese reconocimiento, al prohibir sus libros (en realidad, él no quiso que sus libros se publicaran en Hungría mientras fuese comunista).

Además, en lugar de cambiar de lengua (como hizo Nabokov), siguió escribiendo en húngaro, lo que hizo que su difusión fuese muy escasa. En España fue injustamente olvidado durante muchos años hasta que la editorial Salamandra volvió a reeditar en 1999 El último encuentro.


De nombre auténtico Sándor Groschmid, nació en 1900 en una aldea llamada Kassa, dentro del Imperio Austro-Húngaro (actualmente se corresponde con Kosice, ciudad situada en Eslovaquia). Pertenecía a la burguesía cosmopolita de principios de siglo: su padre, de ascendencia alemana, era juez y político
Desde muy joven (siempre fue mal estudiante por demasiado curioso) le sedujeron la lectura y el periodismo. Su padre le permitió salir al extranjero en cuanto tuvo edad de estudiar, a los 14 años: y, así, huye de la música que lo obligan a escuchar, del aburrimiento como norma. Desde 1918, en que estudió Humanidades y Literatura en la Universidad de Péter Pázmány, encontró en el periodismo una escuela y una fuente de ingresos, pues empezó a trabajar como editor y crítico literario en Budapest. En 1919 marcha a Alemania para estudiar Periodismo, mientras trabaja como redactor en varias publicaciones.

En la década de los 20, descontento con el gobierno del simpatizante fascista Miklós Horthy, vivió principalmente entre Alemania y Francia con su esposa Lola Matzner (con quien se casó en 1923), una mujer judía y de acaudalada familia burguesa a la que amó intensamente y con la que convivió hasta la muerte de ella, sesenta años después. Estos años de residencia en el extranjero fueron unos años de aprendizaje bohemio, entre escritores y cafés de artistas, ganándose el sustento con la escritura de artículos periodísticos, crónicas, prosas breves y poemas. Unos años en París, durante la dictadura de Horthy, lo hicieron popular en Hungría gracias a las crónicas que enviaba desde el extranjero.

En los años treinta se estableció en Budapest y, obsesionado por el trabajo, comenzó a producir novela y teatro, de modo que en los cuarenta gozaba ya de fama extraordinaria. Cada nueva obra suya era un éxito de ventas, se traducía a todos los idiomas cultos (incluso al castellano hubo traducciones tempranas que hoy son desconocidas). Márai disfrutaba de una vida acomodada, conducía un automóvil y vivía en una amplia y hermosa casa.
Cuando los nazis accedieron al poder en Alemania, el escritor húngaro fue uno de los primeros en oponerse abiertamente a Hitler con contundentes artículos. Después de la invasión alemana de Hungría, frente a tantas atrocidades perpetradas por los invasores secundados por fascistas húngaros, Márai se dio cuenta de que la llegada de los comunistas “libertadores" no haría más que agravar las cosas. Como liberal convencido que detesta la violencia, todos los fascismos y dictaduras le repulsaban. Estos "libertadores" no se metieron con él de momento, dada su fama. Pero la estrella de Márai comenzó a declinar. Tachado pronto de escritor "decadente y burgués", aquel europeo individualista y cosmopolita, de ideales humanistas, jamás pudo plegarse a la uniformización colectivizada que aceptaban la mayoría de sus colegas, y en 1948 abandonó Hungría definitivamente para instalarse en Italia.

A partir de ese momento llevó una vida errante con su esposa (Francia, Italia, Canadá, EEUU), lo que contribuyó a su aislamiento. Continuó escribiendo diarios y alguna otra novela, y gracias a sus colaboraciones radiofónicas con la emisora Radio Europa Libre su voz llegaba a menudo al otro lado del "telón de acero", pero la vejez y la pérdida paulatina de sus seres queridos minaron su espíritu hasta agotarlo por completo. Cambió el régimen en su país y Márai volvió a ser reconocido, recibiendo ofertas para regresar a la patria, pero ya era tarde. Se disparó un tiro en la cabeza en cuanto supo que ya sólo podría seguir viviendo ingresado en un hospital y dependiente del cuidado de otras personas (San Diego, California, 1989). Poco después de su muerte caía el muro de Berlín.

SU OBRA:

La literatura centroeuropea es una especie de filón inagotable. La intensa creatividad engendrada durante los años que antecedieron y precedieron al final del imperio de los Habsburgo resulta increíble y fascinante. La calidad de la literatura centroeuropea se ha ganado a pulso su merecida fama gracias a la genialidad de nombres como Kafka, Schnitzler, Roth, Hofmannstahl, Zweig o Thomas Mann, aunque no se agota ni mucho menos con ellos. Y es que alrededor de tan esplendoroso núcleo central se ubica una brillante periferia que forman autores menos conocidos que, sin embargo, tienen por sí solos un peso y un interés que los hacen dignos de atención a pesar del eclipse al que les condena la presencia de los primeros.

Uno de estos es Sándor Márai, heredero de la mejor tradición literaria centroeuropea, lo que más llama la atención de su prosa es la forma en la que elabora su discurso creativo: de forma melancólica y refinada, con un gran sentido estético y casi siempre contado por los personajes en forma de monólogos cadenciosos. Sus historias giran generalmente en torno a personajes que viven atrapados por su pasado.

De sus obras destacan:
     Confesiones de un burgués (1934): a la temprana edad de treinta y cuatro años, escribía un libro de memorias de una madurez sorprendente. Fruto de una vida intensa y viajera, las asombrosas páginas de Confesiones de un burgués contienen la raíz de toda la obra del gran escritor húngaro. Aquí están sus lecturas, su obsesión por escribir, su pasión por el periodismo, sus amantes, su matrimonio, los encuentros con autores célebres, los viajes, el sentimiento de desarraigo, el fantasma del alcoholismo
     Divorcio en Buda (1936): el juez Kristóf Kömives al recibir el caso de divorcio de los Greiner, empezará a recordar a la mujer a la que amó en su juventud. El marido se presentará ante el juez una noche con la noticia del suicidio de la mujer: durante el transcurso de la noche,  Kristóf asumirá el doble papel de acusado y testigo de la confesión de Greiner, que al desgranar la historia de su matrimonio pondrá de relieve el abismo que separa a los dos hombres
     La amante de Bolzano (1940): fugitivo de la justicia, Casanova se refugia en Bolzano, donde reside la única mujer que ha amado, a la que perdió en un duelo con el conde de Parma. Ahora, el destino pone en sus manos la gran ocasión de saciar su deseo insatisfecho: el conde, viejo y temeroso de perder a su mujer, que sigue enamorada de Casanova, le ofrece dinero y libertad a cambio de decepcionar a Francesca, para lo cual el cínico y superficial mujeriego deberá, en el transcurso de unas horas, realizar la actuación más difícil de su largo historial donjuanesco
     El último encuentro (1942): dos hombres mayores, que de jóvenes habían sido amigos inseparables, se citan a cenar tras cuarenta años sin verse. Uno ha pasado mucho tiempo en Extremo Oriente, el otro, en cambio, ha permanecido en su propiedad. Pero ambos han vivido a la espera de este momento, pues entre ellos se interpone un secreto de una fuerza singular. Todo converge en un duelo sin armas, aunque tal vez mucho más cruel, cuyo punto en común es el recuerdo imborrable de una mujer.
     La mujer justa (1941-1949): escrito como tres monólogos independientes de los tres protagonistas de esta novela, en los que se van contados la historia de este trío, un matrimonio y la amante del marido.

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